Vas caminando por una vereda. La vereda es angosta. Vas con alguien más. Caminan a la par mientras hablan de la vida o del lugar donde comieron al mediodía. No van necesariamente atentos a lo que pasa alrededor, pero sí lo perciben.
De pronto alguien más aparece. No saben si es hombre o mujer, si es joven o viejo, si está contento, se separó o tuvo un mal día en el trabajo. Sólo saben una cosa. Una única cosa, que no deberían ignorar. Esa persona, esa silueta, se acerca en la dirección contraria.
Sólo una cosa queda por hacer. En pocos segundos alguno de los dos, sin tiempo para acordarlo, ante la inminente colisión, deberá demorar el paso y ubicarse detrás del otro. Es una maniobra arriesgada. Si ambos lo hicieran al mismo tiempo el resultado sería completamente inútil y aumentaría el riesgo de una colisión triple. Cada uno decide entonces reducir ese riesgo a cero y sigue, como si nada.
Y LA POBRE IDIOTA, QUE VENDRÍA A SER YO, TIENE QUE BAJAR A LA CALLE PORQUE USTEDES, PAR DE PELOTUDOS, SE DEJARON LA CIVILIDAD EN LA CASA!
Ah, pero después te dicen "En Europa la gente es re educada, no como acá".
lunes, 13 de octubre de 2014
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
14 comentarios:
era un duelo masculino, ninguno podía aflojar... como con lanza y a caballo en las cruzadas...
bue me fuí al carajo, igual hiciste bien... salu2...
Cómo que duelo masculino???? La que iba de frente era yo!!!
Publicar un comentario