Él no es maya, ni azteca, ni chino, ni gregoriano, ni egipcio, ni hebreo, pero ha sido capaz de inventar una nueva manera de medir el tiempo.
Y no es un oráculo, ni Osho, ni el Dalai Lama, ni el pastor Giménez.
Es el hijo de mil putas de la mueblería, que me hizo creer que iba a tener mi hermoso vajillero nuevo entre 10 y 15 días y ya van 45 y sigo con las cosas desparramadas por ahí.
Moraleja: cuando vayan a comprar un mueble a pedido pregunten con qué calendario se manejan, un dato no menor
martes, 2 de octubre de 2007
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