jueves, 31 de enero de 2008

Malas rachas

Detesto cuando el universo se complota para alterar mi modesta rutina. Y hablo de complot porque NUNCA es una sola cosa. Cada mala racha es un cúmulo de eventos adversos, fatídicos, generados por un maquiavélico titiritero que se ríe a carcajadas mientras yo sufro, puteo y tengo ganas de romper todo.
Cuando, por ejemplo, me quedo sin luz en una habitación, NUNCA es porque se quemó el foquito, ya que siempre tengo uno de repuesto. El problema seguro es el cable o el portalámparas y tengo que llamar al electricista esperando que pueda venir el sábado a la mañana y arreglarme como pueda mientras tanto.
Si una gotita de lo que sea tiene que caer al parquet, siempre va a caer el día después de que, milagrosamente, se me ocurrió encerar. La gotita puede ser un chorrito y una vez hasta llegó a ser un vaso que se le cayó a una estúpida que ni siquiera conocía.
Hace meses que vengo postergando una visita al dentista. Aún abrumada por temores fundados en experiencias ajenas de infecciones y cachetes hinchados, tenía ya decidido pedir un turno para sacarme esas dos muelas que me están amontonando todo hacia el sector del frente, cuando descubro que cualquier trago de algo fresco me provoca rutilantes escalofríos, justo ahora que mi dentista está de vacaciones.
La última empezó con el monitor, después se le chifló el moño al teclado y al mouse conjuntamente y, para completarla, siguió con la placa de red, o el driver, o lo que mierda sea que me dejó sin internet por 5 días. Y todo cuando no tengo un mango! Obvio, sino no tendría gracia.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Yo estoy pasando por una etapa similar....y te digo, por experiencia, que no es fácil salir y tampoco existe una fórmula....es triste pero es la verdad. Es cuestión de esperar y que pase...a veces tarda mucho (uno o dos años) otras veces tarda una semana o un mes...paciencia es lo mejor en estos casos.