viernes, 22 de febrero de 2008

Un teléfono no es una persona

Lo mira, angustiada.
Espera...
Espera...
Espera...

Nada.

De pronto se atreve y disca. Después del segundo número se arrepiente y corta.
Vuelve a la angustia.
- ¿Por qué no me llama? Si quedó en llamarme ¿por qué no me llama?
Más angustia.

De pronto aleja el teléfono. Quiere pensar en otra cosa, hacer de cuenta que no espera nada.

Pero espera.

Vuelve a la angustia.
- ¿Por qué me dice una cosa y hace otra? Todo el día esperando yo acá.
Sollozando.
- Ni fui a trabajar por las dudas...
- Y la hora que es y todavía no me bañé...
- Y tendría que haber ido al súper...
- Y me quedó ropa tendida adentro, con el día lindo que hizo hoy, por no subir hasta la terraza...
- Y no le compré el regalo a Martita...
- Y a la tarde tenía turno con la doctora que cuando vaya de nuevo seguro me reta encima.
Todo por si suena el teléfono. ¡Pero no suena! ¡NO ME LLAMA!
¡¡¿POR QUEEEEE NO ME LLAMA?!! ¡BUUUUUUUAAAAAAAAAAAAAAAAAA!

Largos minutos. 116.

El llanto va decreciendo.
Se calma.
Respira hondo.
- No me importa. Mañana cuando llame le voy a decir que ya no me interesa ningún plan de larga distancia, ni de corta, ni de nada.

No hay comentarios: