viernes, 9 de abril de 2010

Equus, sin quagga

Su preciosa hija, la única persona en el mundo a la que no podía negarle nada, cumplía años. Y esta vez el regalo era especial. La niña quería una cebra. Era todo un desafío, claro, pero no podía permitirse defraudar a su princesa.
Quiso ir a buscarla a África, pero no estaba en condiciones de solventar el viaje. Intentó obtenerla en el mercado negro, sin suerte. Hasta pensó en un sustituto de madera o de plástico de tamaño natural, pero lo descartó inmediatamente, sabiendo que con eso no lograría satisfacer aquel ferviente deseo.Optó entonces por una mentira piadosa, un engaño cuidadosamente perpetrado que Agustina, desde sus inocentes 5 añitos, no percibiría. En medio de la fiesta apareció con un pony que goteaba.


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