sábado, 3 de abril de 2010

La profesora de piano

Odia su trabajo, pero odiaría cualquiera. Vive sola. No tiene amigos. Nunca tuvo novio. No habla por teléfono con alguien desde hace tres meses, el mismo tiempo desde que murió su padre y el mismo tiempo desde que decidió hacer algo más con su vida que sólo trabajar. Y esa es precisamente la única razón que la mantiene viva. Cada día se levanta deseando que sea martes a la tarde, ir a su casa, golpear la puerta, ver su sonrisa, sentarse cerca, oler su aroma y equivocarse a propósito una y otra vez tan sólo para ser guiada por sus manos.


4 comentarios:

Anónimo dijo...

Interesante cuento.

Como necesariamente el alma nos pide una comunicacion con alguien en algun momento de la vida.

Posmoderna dijo...

que bonito cuento

manu dijo...

Me quedo con un sabor tristón, tal vez sea por la hora, quizá porque no es martes, en una de esas porque ya es de noche, porque estoy a oscuras…porque no la encuentro y me pierdo entre el recuerdo y ese aroma.

Salutes!

Un Poco Rara dijo...

las letras: gracias. Y sí, no nacimos para estar solos, por más que a veces nos hagamos los superados.

Posmoderna: muchas gracias!

manu: no estés triste. Quizás en algún momento se anime a demostrar lo que le pasa y sea correspondida. Le quedan muchos partes por delante ;)