-Sí.
-A dónde vas?
-A Europa.
-Ah bueno! Llevás plata?
-No me hace falta.
-Y el equipaje?
-Tampoco necesito.
-Siempre tan bromista vos.
Salió. Desde el puente escuchó el sonido del tren que la llevaría a Europa, tal como decía la nota que, aún después del salto, permanecía en su mano:
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