Volvió de la peluquería y, con su mejor vestido, tomó un taxi rumbo a la estación. Seis horas después llegó a la ciudad. No era su primera vez pero se sentía abrumada.
Cruzó la plaza hacia la avenida y tomó el tranvía. Al llegar vio que la cola era interminable. Resignada, se formó y esperó, intentando disimular su ansiedad para diferenciarse de la chusma circundante.
Minutos antes del comienzo de la transmisión el auditorio estaba colmado. Ella, sin haberse percatado, había quedado parada al lado de una pequeña puerta cercana al escenario que, inesperadamente, se abrió dando paso al dueño de sus tardes, tan galante como lo había imaginado. Lo reconoció de inmediato. Un cortés “Bienvenida, señorita” bastó para causarle un desmayo.
Terminaron de asistirla en el hospital más cercano. Fue difícil hacerle entender que, para cuando despertó, el show ya había terminado.
lunes, 1 de marzo de 2010
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2 comentarios:
woouuu... que flash!... =/
raro,.. muy raro...
pero me gusto, y me dejo pensando...
besos!
POLy =)
No tan raro creo yo.
Me dejaste pensando en qué te dejó pensando.
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