jueves, 12 de noviembre de 2009

La escuelita del horror

Hace mucho que no cuento nada de la escuela y es porque de un tiempo para acá vengo bastante desilusionada.
A la altísima deserción que ya había contado se sumó un problema para nada menor: quilombo entre las seños. Una, Andrea, la dire, de carácter fuerte y no tan buenos modos, desorganizada, improvisada, viene demasiado acostumbrada a hacer y deshacer según le parece porque estaba sola. La otra, Claudia, que empezó casi junto conmigo, también de carácter fuerte pero mucho más amable, de buen trato, organizada, bastante más pedagógica y con muchas ganas de hacer frente a las injusticias y de saltar cuando algo no le gusta. Desde el principio se organizaron para repartirse las materias y demás pero, como se imaginarán, el choque era cuestión de tiempo.
Andrea siempre me dejó bastante sola. Desde pelear por un aula en la escuela que tiene acaparada el secundario hasta el armado y la toma de las pruebas, pasando por el material, la evaluación de los conocimientos previos de los alumnos, las tareas, todo siempre estuvo a mi cargo sin ningún acompañamiento de su parte. Después de mitad de año me entero por Claudia que estaba preocupada porque "no veía resultados" en el grupo de alfabetización, cuando ni siquiera tenía idea de qué estaba dando. Pero claro, a mí nunca me dijo nada directamente porque, además de todo lo que dije antes, es muy cobarde.
Las diferencias se hicieron más evidentes cuando entraron las practicantes. La tutoría correspondía a Andrea por ser la directora, pero se ve que se dio cuenta de que tenía que leer bastante y hacer un seguimiento del trabajo de las chicas para el que no estaba muy dispuesta, así que se las derivó a Claudia. Las practicantes, que habían llegado a tenerle miedo a Andrea y a intimidarse ante su presencia en el aula, estaban felices por el cambio.
De ellas llegó a decir que eran vagas y desorganizadas, después de corregirles delante de los propios alumnos cosas que debería haber visto de antemano en las carpetas, de llegar a cualquier hora, de faltar sin avisar y de perder cuadernos de los alumnos y hasta la carpeta con todos los estudios del hijo que espera para dentro de un par de meses. Como verán, ética y autocrítica cero.
También tuvo problemas con varios alumnos a los que dio de baja de la beca que manda la Nación porque estuvieron faltando, cuando la asistencia es un requisito. Si nos vamos a ajustar a las normas, era lo que correspondía. Pero se trata de gente que realmente necesita ese dinero, además de que a ella no le cuesta nada, de que ha sabido llevarse cajas del PAICOR que eran de alumnos que dejaron de asistir y de que a algunos alumnos les cobró $50 de matrícula sin darles recibo cuando normalmente no se cobran más de $10 a modo de colaboración. Otra vez la falta de ética puesta en evidencia.
Y encima tiene en Sonia, una asistente que le colabora en las clases, una fiel informante, quizás porque el marido de ella es alumno o vaya a saber por qué tipo de arreglo. Una pena que no vea que es gracias a la inoperancia de Andrea para presentar los papeles que ni ella ni yo cobramos un solo peso en todo el año.
A esta altura la situación es insostenible, pero por suerte hace un par de semanas Andrea entró de licencia por el embarazo y parece que vamos a tener un fin de año en paz.
Una lástima, pero no creo que en marzo me encuentren de vuelta por allá. La idea era participar de una actividad que me hiciera bien y le sirviera a alguien, no comprar un problema.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

ánimos.

Pablo dijo...

Ay Andrea, vos sí que sos ligera...

Un Poco Rara dijo...

Más que ligera, rapidísima, pero sólo para lo que le conviene.

Iván dijo...

es la maestra de gasalla!

Un Poco Rara dijo...

Jajaja!! Algo así, sí.