martes, 17 de noviembre de 2009

Lluvia

Ya van meses y no para de llover.
La ropa se ha vuelto descartable porque lavarla no tiene sentido. Nunca llega a secarse.
Las personas con rulos han optado por rapar sus cabelleras, cansadas de ocupar varias horas al día en la aplicación de productos anti-frizz.
Muchas casas de la cuadra han quedado tapadas, atrapadas detrás de enredaderas y flores que solían darles un aspecto agradable. Casi ni recuerdo la cara de mis vecinos.
Los de la zona sur han debido optar por el teletrabajo, varados en sus barrios de calles anegadas.
En la zona norte los fabricantes de paraguas ahora tienen autos de alta gama y envían a sus hijos a colegios privados. Los cambiaron sin tener en cuenta el desarraigo ni que ya es noviembre. Los fabricantes de ropa prefirieron esperar hasta el año que viene.
Algunos monumentos en las plazas han comenzado a ver desdibujados sus rasgos más finos.
Y ya no se ven autos limpios en las calles, ni vendedores ambulantes, ni anteojos de sol.
Supongo que este será un deseo de escritores y poetas, de esos que encuentran en la lluvia su más preciada musa. Y supongo que tendremos que esperar a que agoten sus producciones para volver a tener un día normal.

3 comentarios:

Iván dijo...

hola andre! tengo una anecdota tremenda relacionada con la lluvia! sucedio anoche en una tormenta grosa que se desato y las escenas que vi eran dignas de una peli de almodovar (de los viejos tiempos!) cuando te vea te cuento y nos vamos a reir juntos! besos!!!!

Un Poco Rara dijo...

OOOOOHHHHHH!!! No vale dejarme con la curiosidad!!!

Julián Torrado dijo...

"Adentro llueve y parece que nunca va a parar... y va a parar..."