Las crisis a veces tienen cosas buenas. Hablo de la económica, no de la mía.
Y es que la imperiosa necesidad de vender llevó a mi hipermercado favorito (sólo porque son los únicos que hacen envío a domicilio(1), no es que esté casada con la marca) a unir fuerzas con uno de los bancos que auspician mis tarjeteadas(2) (ay de mí sin ellas) para dar a luz una promo fantaaaaastica que me ayudó a deshacerme (en realidad tiene un cartelito "SE VENDE") de la vieja alacena con enchufe que usaba como heladera que, como les dará a entender la metáfora, no tiene freezer.
Ahora, gracias a un considerable descuento y a un chicloso plan de pago, sí puedo, como lo habré anhelado tantas veces viendo alguna que otra comedia romántica, sentarme a ahogar mis penas con un tarro de helado que está sólo a una puertita de distancia, como buena gorda de alma que soy y porque me lo merezco.
(1) No es snobismo ni de soltera hermitaña. Prueben volviendo solos en taxi con las compras para todo el mes y después me cuentan de comodidades.
(2) Tampoco. Cuando no da el saldo de una paso a la siguiente, y así. Soy una mendiga con ínfulas de rica, nada más.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
5 comentarios:
excelente!!!! cuando te visite vamos a comer mucho heladooo! uiiiiii
Espero que sea pronto entonces!!! Helado y cervezas no van a faltar. Avise nomás.
Me gusta mucho este blog, cada semana estoy atenta para ver si subís contenido nuevo.
Muchas gracias.
Acabo de descubrir vuestro blog y me encanta!!!! gracias por compartirlo con nosotros.
Información muy útil, era justo lo que estaba buscando, muchas gracias por compartirlo con nosotros. Un abrazo
Publicar un comentario