No tenía consuelo. El final había llegado sin que pudiera anticiparlo y era definitivo. No podía perdonar esa traición, aunque doliera tanto.
Armó entonces sus valijas y se marchó, con la certeza de no volver jamás, mostrando la mayor entereza que le permitía su ánimo.
Al llegar a la plaza no resistió más. Casi desvanecida ocupó uno de los bancos, sacó de su bolsillo una madeja roja y, agradeciendo su habilidad innata para el crochet, comenzó a reconstruir su corazón.
Microrrelato presentado en el concurso Artesanía Comprimida de Castilla-La Mancha, hasta ahora entre los finalistas y esperando la decisión final del jurado.
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6 comentarios:
Es muy bueno. Realmente muy bueno. Es un cuento precioso y esa palabra no la uso nunca.
Jaja. Gracias Francisco! Qué lindo lo que me decís.
sí q lo es...
ya lo publicaste antes, no? o tengo un tremendo deja vú (me gusta decir deja vú)
igual...parece que tejer al crochet es una habilidad que conviene tener en la vida.
voy a prestarle más atencion a las de utilisima.
Jajaja. Conviene? Vos decís?
Sí, ya lo había publicado pero en un derroche absoluto de autobombo lo reposteé porque quedó como finalista ;)
Suerte aquí también "Andrea" jejeje No sabía que eras tú hasta que he visto este post...
Gracias Gotzon!
Saludos.
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